27 de mayo de 2014

Partos "normales" o vaginales y Partos Respetados en el Paraguay
Luego de la Semana Mundial del Parto Respetado que la celebramos la semana pasada, leí varios comentarios y consultas acerca de profesionales que realizan parto "normal" o natural en nuestro país. Me pareció entonces de suma importancia hacer aclaraciones con respecto a este tema ya que pude notar que muchas personas aún confunden o no comprenden la diferencia que existe entre un parto normal o vaginal y un parto respetado o natural, además de los profesionales que los realizan.
Un parto "normal" o vaginal en nuestro país, en la mayoría de los casos, está muy lejos de ser un parto respetado. En un parto respetado (y cuando hablamos de respeto nos referimos tanto hacia la madre como hacia el niño por nacer) se tienen en cuenta los deseos de la mujer, como protagonista principal de tan sublime y trascendental momento en su vida. En un parto respetado la mujer tiene libre movilidad hasta que ella decida lo contrario y escoja una posición que mejor le parezca y sienta en el momento del expulsivo. Se le permite comer y beber si así lo desea (no conozco una mujer que no tenga sed durante su trabajo de parto). Tiene derecho a elegir con quien estar acompañada en ese momento y no sólo una persona, además del médico. Tiene derecho a la intimidad, a no ser molestada, ni interrogada por enfermeras, estudiantes y médicos de turno que ella no conozca. Durante el trabajo de parto la mujer necesita entrar en un estado alterado de conciencia para que éste fluya de manera adecuada y natural y para lograr eso nadie debe hacernos preguntas ni realizarnos intervenciones molestas e innecesarias que nos quiten de ese trance. En fin... un parto respetado implica mucho más que el sólo hecho de que nuestro bebé haya nacido vaginalmente y no por una cesárea. La naturaleza es tan sabia y perfecta que tiene preparado para nosotras en ese momento un cóctel de hormonas naturales (oxitocina, endorfina y prolactina, entre otros) que hacen que podamos soportar el dolor de las contracciones y dilatación o que inclusive casi no lo percibamos, al igual que el niño lo recibe a través de la madre para todo el proceso de nacimiento. Al realizar intervenciones o medicalización a la madre, estos procesos naturales se cortan y quedamos expuestas, y de ahi que tantas malas experiencias de partos "normales" dolorosos. En cuanto al niño por nacer, se respeta el momento en que éste está realmente listo para nacer, y eso NADIE lo puede saber con exactitud, sólo él. Un bebé a término es aquel que nace de manera espontánea cuando está listo, antes, es PREMATURO, sin importar que la madre esté de 38 o 39 semanas de embarazo, que tampoco se puede calcular con exactitud. El embarazo no termina a las 40 semanas! 40 semanas es el promedio en que la mayoría de las mujeres entran en trabajo de parto, pero existe un importante porcentaje de bebés que nacen antes, entre las 38 y 39, y otros que nacen entre las 41 y 42 semanas. Es increíble como se ha normalizado la idea de que los niños deben nacer antes de las 40 semanas porque después ya es peligroso. En un parto respetado no se realizan intervenciones ni medicalización que no sea realmente necesaria y aquí hablamos de vías, inducciones con oxitocina sintética, epidurales, episotomías, maniobras varias para sacar al bebé que está bien, teniendo un proceso normal (aunque muchas veces un poco más largo de lo que los médicos pueden esperar por sus apretadas agendas). Cuando el niño nace, se lo coloca inmediatamente sobre el pecho de su madre para que regule su temperatura y pueda empezar el proceso de apego precoz y lactancia en la primera hora de vida y se espera que el cordón deje de latir para ser cortado. Cuando se realizan partos "normales" con todas las intervenciones y medicalización que realizan la mayoría de los médicos, se anulan los procesos naturales perfectamente diseñados por la naturaleza para que la mujer pueda gozar de esta experiencia única y el niño pueda tener un recibimiento amoroso y cálido después de haber estado 9 meses sin tener que pedir nada ni sufrir cambios bruscos de temperatura, manoseos y otras intervenciones muy violentas que muchos pediatras aún realizan. Y esto que yo les escribo aquí no son ideas locas de gente hippie o super naturalistas, extremistas o como quieran llamarlo. Son los procedimientos establecidos y recomendados por la Organización Mundial de la Salud, luego de investigaciones y pruebas basadas en la evidencia y que hace décadas se practican en la mayoría de los países europeos por los beneficios que tienen tanto para la madre, el niño, la familia y la sociedad en general. La información está al alcance de todas/os ahora, no tenemos excusa ya para seguir permitiendo tantas violaciones a los derechos de la mujer y el niño por desconocimiento. Madres y futuras madres, no se queden sólo con lo que les dice su médico (ginecólogos y pediatras) quienes se encuentran en su mayoría inmersos en un sistema muy desensibilizado y de consumismo, donde esperar un parto natural no es compatible con sus agendas apretadas ni la remuneración que reciben teniendo en cuenta las horas que puede durar un parto natural, sobre todo de una primeriza, comparando a uno vaginal intervenido o una cesárea, sin tener en cuenta los riesgos que implican estas prácticas tanto para el niño como para la madre a corto, mediano y largo plazo, sin ni siquiera entrar a detallar las secuelas emocionales y psicológicas que todas estas intervenciones tienen en ambos. Para finalizar quiero decir que existen muchos médicos que realizan partos "normales" o vaginales en nuestro país, pero son contados con los dedos de una mano los que puedo decir que intentan respetar el proceso natural de un parto en los sanatorios y hospitales.
Aclaración: No estoy en contra de las cesáreas o intervenciones médicas cuando son necesarias, pero eso no debería superar el 10 o 15 % de los nacimientos. Lastimosamente la realidad de nuestro país es muy distinta, sobre todo en los sanatorios privados y en la clase media alta, donde las tasas de cesáreas llegan a superar el 95% de los nacimientos en algunos lugares. Algo muy grave está ocurriendo y no somos conscientes de ello.

Lic. Patricia Ruiz Díaz
Directora de Pachamama

18 de abril de 2013


Una pequeña reflexión

Este domingo debemos todos ir a votar, como buenos ciudadanos. Muchos intentaremos votar por el menos corrupto, el menos hambriento de poder y dinero, por el que consideramos que quizás pueda hacer algo, aunque eso sea no robar tanto, lo cual ya es mucho! Qué difícil decisión la del domingo… y cuando pienso en los candidatos y todos nuestros gobernantes, me pregunto: ¿cómo habrá sido su crianza?, ¿habrán sido maternados suficientemente? ¿Habrán recibido suficiente atención, piel, besos de su madre? Es un tema que me gustaría investigar un día… pero tanta necesidad de poder y dinero, tanta ambición y competencia desleal, tanto egoísmo, solo me hace pensar que tienen un vacío tan grande que llenar…
Y después pienso en nuestros hijos… los hijos de la tribu y de todas las madres presentes, preocupadas, amorosas y que hacen hasta lo imposible por estar, todo lo que pueden con sus hijos. Pienso en estos niños, llenos y satisfechos de amor, atención, leche de mamá, piel… y mi esperanza se refresca. Los imagino muy distintos de nuestros gobernantes, sin ese vacío abismal que hace eco y pide a gritos llenarse de lo que sea para no sentir dolor. Los imagino solidarios, altruistas, llenos de amor para compartir con los demás, sensibles a las necesidades de los otros, más cooperativos que competitivos.
Y es por todo eso, que cada vez estoy más convencida de que esta “nueva” forma de ver y criar a nuestros hijos marcará una enorme diferencia en el futuro de todos, y espero de corazón que de a poco seamos más y más, que la tribu se siga agrandando, por el bien de todos. Fuerza a todas que vale la pena, es una hermosa inversión para beneficio de tod@s. Nuestros niños son el futuro y esperanza, llenémosles de mimos, besos, contacto, tiempo juntos hasta que estén llenos, tan llenos, que sientan la necesidad de hacer ellos mismos, lo mismo, con los demás para no rebozar!
Tod@s a votar el domingo por el menos vacío!

Patty Ruiz Díaz
Mamá de la Tribu
Directora de Pachamama

17 de mayo de 2012

Semana Mundial por un Parto Respetado



              Semana Mundial por un Parto Respetado

Lema 2.012:

"El nacimiento y la economía"

Del 21 al 27 de Mayo de 2.012


Exijamos respeto hacia nuestro cuerpo y el de nuestros hijos en el proceso de nacimiento. 

21 de julio de 2011

Riesgos de la cesárea

Para completar mi artículo anterior con respecto a las cesáreas me gustaría compartir con ustedes algunos fragmentos del libro Nacer por cesárea? escrito por Ibone Olza, psiquiatra infantil y Enrique Lebrero Martínez médico especialista en Ginecología y Obstetricia, ambos reconocidos profesionales en España.

Riesgos de la cesárea para la madre

La mejora de las condiciones higiénicas, el desarrollo de nuevos fármacos anestésicos y de la cirugía, han mejorado espectacularmente la supervivencia en esta operación. Sin embargo, esta confianza en los avances de la medicina no debería impedirnos ver la realidad, y es que el riesgo de muerte materna en la cesárea es de cuatro a seis veces mayor que en el parto vaginal. Este dato en sí mismo ya justificaría el intentar evitar todas las cesáreas innecesarias.

La mortalidad materna en la cesárea puede ser debida a complicaciones con la cesárea o la anestesia. Las más graves son las hemorragias que a veces obligan a extirpar el útero de la mujer (histerectomía) como única forma de detener el sangrado imparable y salvar su vida. Y las trombosis o embolias (coágulos de sangre que se trasladan a otros órganos del cuerpo, como los pulmones o el cerebro, y taponan las arterias o venas). No son complicaciones frecuentes, afortunadamente, pero sí muy graves. Además del riesgo de muerte materna, perder el útero o tener que permanecer ingresada en la UCI son situaciones dolorosas que pueden dificultar el inicio del vínculo con el bebé o la lactancia.



Otro problema serio son las infecciones: puede haber una infección del útero, de la vejiga o de la herida y la piel que la rodea. También puede haber errores en la cesárea, es decir, en ocasiones se corta de manera accidental la vejiga o el intestino, que son los órganos que se encuentran pegado al útero, entonces, aumenta el riesgo de infección abdominal grave (peritonitis).

Siempre que se realiza una cirugía abdominal, existe un alto riesgo de que se produzcan adherencias. Estas son una especie de cordones de tejido fibroso que fabrica el propio cuerpo después de la intervención al pegarse las superficies sangrantes que se han cortado y suturado a las paredes de los órganos vecinos.

Estas adherencias a veces no ocasionan ninguna molestia y la mujer ni siquiera sabe que las tiene. Pero en ocasiones, dan muchos problemas. Por ejemplo, a veces, entorpecen el tránsito intestinal y, por eso, algunas madres, meses después de su cesárea tienen los síntomas típicos del colon irritable. Algunas veces las adherencias pueden incluso producir una obstrucción intestinal muchos años después de la cesárea. Lógicamente, cuantas más cesáreas ha sufrido una mujer, más propensa es a las adherencias y a que estas produzcan síntomas.

En otras ocasiones, las adherencias dificultan un nuevo embarazo, ya que pueden obstruir las trompas, o producir dolor en las relaciones sexuales e inflamación pélvica. Además, la cesárea condiciona el futuro reproductivo de la mujer. La cicatriz uterina aumenta el riesgo de complicaciones en los siguientes embarazos: desde los abortos espontáneos hasta la placenta previa, la placenta acreta, los desprendimientos de placenta y el riesgo de rotura uterina.

Las complicaciones de la anestesia también son variadas. La primera de todas se suele obviar, y es que la anestesia a veces no produce efecto. Esta es una experiencia muy traumatizante y que a veces produce un síndrome de estrés postraumático. Otras complicaciones pueden ser el espasmo bronquial, los dolores de cabeza que pueden seguir a la anestesia raquídea, y muy raramente, aunque gravísima, la reacción alérgica o shock por la anestesia.

El sufrimiento psíquico que origina la cesárea suele ser omitido en la mayoría de los trabajos que describen los riesgos de la intervención. La cesárea aumenta el riesgo de sufrir depresión posparto y síndrome de estrés postraumático relacionado con el parto, la herida emocional. Llamamos herida emocional al imparto psicológico que deja la cesárea en la madre. Desde el momento en que se hace un corte en el abdomen y en el útero de la mujer para que nazca su hijo, es decir, cuando nacer conlleva una alteración tan importante de la integridad física de la mujer, podemos saber que el impacto psicológico existirá. Esto no quiere decir en absoluto que la cesárea afecte a todas las mujeres de una misma manera.

Riesgos de la cesárea para la salud del bebé

El paso por el canal del parto es algo muy saludable para todos los recién nacidos y no un capricho: conforme atraviesan el canal, los pulmones se comprimen y se libran de líquido, preparándose así para respirar por primera vez. Esta “puesta a punto” de los pulmones también ocurre en otros órganos del bebé durante el parto vaginal (cerebro, intestino…). Los niños que nacen por cesárea en cambio, no reciben esa especie de masaje pulmonar y, por eso, con frecuencia, presentan el llamado síndrome de distress respiratorio: respiran más rápido y superficialmente, lo que hace necesario su ingreso en la UCI de neonatos para recibir oxígeno. Esto se produce con más frecuencia en las cesáreas programadas, en que no ha habido previamente contracciones de parto.

Otro problema con la cesárea es el riesgo de prematuridad yatrogénica (producida por la propia medicina), es decir, los riesgos que conlleva nacer antes de tiempo y, sobre todo, antes de estar preparado. Esto sucede cuando las cesáreas o las inducciones se programan.

También, produce síntomas de prematuridad yatrogénica hacer una cesárea sin trabajo de parto a un bebé maduro por la ya mencionada “puesta a punto”. Pensar en el bebé debería ser el mayor motivo para evitar al máximo las cesáreas programadas: estas se suelen planificar en función de los médicos y no del bebé. Si se esperara a que se iniciara el parto y la cesárea fuera imprescindible, tal vez, tendría que hacerse a las 3 de la madrugada, lo que podría resultar más incómodo para los profesionales. El bebé, sin embargo, saldría mucho mejor después de haber tenido unas cuantas contracciones de parto y de haberse preparado para nacer. Él mismo habría elegido su fecha de nacimiento y se evitaría el tener que ir a la UCI neonatal por problemas respiratorios.

Un peligro más frecuente de lo que se piensa es que el bebé sea cortado en la intervención. Se estima que esto sucede en torno al 2 por ciento de las cesáreas (o incluso más si el bebé se encuentra de nalgas).

Cuando menos se respeta la fisiología del parto – cuando se pone a las mujeres a parir acostadas, se les rompe la bolsa o se les administra oxitocina intravenosa de manera rutinaria -, más se pone en serio peligro la salud del niño y de la madre. Esta paradoja ha dado lugar a un incremento de las cesáreas, pero sobre todo de las “innecesáreas”: operaciones que no eran en absoluto indispensables o que se podrían haber evitado si el parto se hubiese atendido de otra manera.

Dificultades para amamantar después de la cesárea

Con la lactancia materna sucede algo similar a lo que acontece con el parto: a pesar de ser un maravilloso sistema para nutrir al bebé y ofrecer numerosas ventajas para la salud de la madre y del niño, su inicio y mantenimiento se ven seriamente amenazados por numerosos protocolos obsoletos y por consejos de supuestos expertos en la materia que no se basan en la evidencia científica. Aunque la mayoría de las embarazadas expresan su deseo de amamantar al bebé, el porcentaje de mujeres que consigue mantener una lactancia exclusiva los seis primeros meses, o combinada hasta los dos años de edad, tal y como aconseja la Organización Mundial de la Salud es mínimo, casi anecdótico. Y como sucede con el parto se suele negar reiteradamente que la lactancia es una experiencia intima y muy sensual que se establece entre dos personas, madre e hijo, y en la que los profesionales no deberían inmiscuirse salvo para facilitarla con la máxima humildad y respeto. Si a esto añadimos la desmesurada presión de la industria láctea por conseguir que las madres den el biberón a sus hijos a través de métodos cuestionables, resulta fácil entender que sean muchísimas las mujeres que abandonan la lactancia en los primeros días o semanas después del nacimiento, convencidas de que no tienen suficiente leche o de que su leche es de mala calidad.

En este contexto, resulta fácil comprender que amamantar después de una cesárea sea como poco una ardua tarea, y en la mayoría de los casos una verdadera carrera de obstáculos con un final temprano y triste: una vez más, la madre siente que su cuerpo le ha fallado en algo para lo que en teoría estamos preparadas todas las mujeres. Así, a la experiencia de parto frustrado se añade la pena por no haber podido amamantar o, aún peor, sentirse culpable por no haber ofrecido a nuestros hijos “lo mejor: la leche materna”.

Un estudio señaló que las madres que daban a luz por cesárea urgente presentaban niveles más bajos de oxitocina y prolactina, las hormonas de la lactancia, en las primeras cuarenta y ocho horas del posparto. Otros autores también han concluido que las madres que dan a luz por cesárea presentan un riesgo tres veces mayor de abandonar la lactancia en el primer mes. Sin embargo, las diferencias en la duración de la lactancia entre las madres que han dado a luz vaginalmente y las que lo han hecho por cesárea desaparecen después del primer mes. Por lo tanto, resulta evidente que, después de una cesárea, las madres necesitan un apoyo especial e individualizado y un seguimiento estrecho en el inicio de la lactancia.

El retraso en la subida de la leche tras la cesárea: casi todos los estudios asumen o concluyen que la subida de la leche se pospone más en las madres que han parido por cesárea. En la mayoría de los hospitales, los niños nacidos por cesárea tardan más en realizar la primera toma, reciben más biberones los primeros cuatro días y hacen menos tomas nocturnas.

Si la cesárea ha sido programada sin que haya habido un trabajo previo de parto, aún se dificulta más el amamantamiento porque ni siquiera se ha dado tiempo a que las hormonas del parto y lactancia empezaran a producirse.


18 de julio de 2011

Cesáreas

En algunos países como el nuestro, se ha producido, en los últimos años, un alarmante incremento de los partos por cesárea. A un punto tal que para muchos constituye la forma más natural de nacer. Sin embargo, esta “cultura” tan extendida no tiene en cuenta las consecuencias no sólo físicas sino también psíquicas tanto para la madre como para el hijo.

La Organización Mundial de la Salud OMS incluye la tasa de cesáreas como un indicador de calidad de la atención materna y perinatal. En sus recomendaciones refiere como criterio de calidad una tasa de cesárea que no exceda el 15% de los partos, basándose en el número de mujeres en quienes se prevén complicaciones potencialmente mortales durante el parto. La tasa de cesárea en Paraguay en instituciones privadas llega al 95%! Este porcentaje nos da una idea de lo mal que está la atención materna y perinatal en nuestro país. Pero esto no es solo culpa del sistema sanitario y los médicos, es también una gran responsabilidad de las mujeres quienes, por ignorancia y falta total de confianza en nuestros cuerpos y sabiduría de mujer, delegamos todo el poder y decisión, sobre uno de los momentos más importantes de nuestras vidas, a "profesionales" que en la mayoría de los casos no tienen ni el tiempo ni la paciencia de esperar un proceso natural de parto, con agendas llenas, por lo que un parto normal atenta contra su economía.

Las excusas más comunes para derivar un parto en cesárea programada o no, son muy variadas: "el bebé ya está muy grande y vos tenés la pelvis muy chica", "tiene una vuelta de cordón", "si no inicias el trabajo de parto antes de las 40 semanas puede ser muy peligroso para el bebé", "tenés poco líquido", "no está bien posicionado", "sos una mamá muy joven o muy grande", “después de una cesárea es muy riesgoso”, “tu placenta ya está muy madura”, entre muchas otras. Y todo esto teniendo en nuestras manos estudios ecográficos que dicen todo lo contrario pero a los cuales tampoco le prestamos atención para tratar de entender un poco más que está pasando realmente dentro de nosotras.

La cesárea no es una intervención sencilla y ambulatoria sin mucha importancia, es una cirugía mayor! que conlleva todos los riesgos de ésta, tanto para la madre como para el bebé, pero las mujeres seguimos pensando que es lo más seguro para ambos.

Tenemos tanta facilidad en estos momentos de conseguir información rápida y confiable que no tenemos excusas para entregarnos ciegamente de la manera en que lo hacemos. Tenemos que empezar a ser un poco más críticas y asumir la responsabilidad que conlleva el traer una nueva vida a este mundo, que de violencia ya está llena, no le sumemos además otra que podemos evitar.

“La cesárea es un invento maravilloso para sacar algunos bebés con problemas, pero es trágico que se convierta en una forma habitual de nacimiento”, Michel Odent.

6 de julio de 2011

Maternar y trabajar



Solemos creer que maternidad y trabajo son incompatibles. Sin embargo no importa si trabajamos o no. Importa saber si logramos fundirnos en las necesidades de los niños pequeños en relación al contacto corporal, el cobijo, la lactancia, los brazos disponibles, la mirada, la quietud y la presencia durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la noche. Siempre es posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional. Con frecuencia utilizamos el trabajo como refugio y excusa perfecta para no someternos al vínculo fusional con los hijos. En cambio otras veces nos lanzamos a ese misterioso universo sin tiempo y sin bordes que es el contacto corporal permanente con los niños pequeños, sabiendo que esa hazaña es invisible a ojos de los demás, y que en ese territorio no recibiremos reconocimiento ni apoyo.

El problema no es el trabajo. El problema es la vuelta a casa. Pensemos cuántos minutos por día le dedicamos -de verdad- a la satisfacción pura de nuestros hijos traducida en piel, olor, leche, fluidos, abrazos y palabras llenas de sentido.

Cuando regresamos a casa, el niño que ya nos ha esperado con infinita paciencia siente que, ahora sí, ha llegado la hora de estar con mamá. A partir de ese momento merece ser resarcido, colmado de caricias, tiempo, abrazos y sonrisas y también merece recibir respuestas a sus reclamos legítimos ya que ha esperado estoicamente el regreso de su madre. Si somos capaces de delegar todo lo demás una vez que hemos regresado a casa, si comprendemos que no hay nada urgente más que nutrir a nuestro bebe de caricias y leche, entonces el trabajo no será un obstáculo para el vínculo amoroso entre la madre y el niño.

Laura Gutman

30 de junio de 2011

¿Quién es la Pachamama?


Es la “Madre Tierra”. Es la gran deidad entre los pueblos indígenas de los Andes Centrales de América del Sur.

La divinidad Pachamama representa a la Tierra, pero no solo el suelo o la tierra geológica, así como tampoco solo la naturaleza; es todo ello en su conjunto.

No es una divinidad creadora sino protectora y proveedora; cobija a los hombres, posibilita la vida y favorece la fecundidad y la fertilidad.

En Pachamama realizamos el acompañamiento del embarazo y la preparación para el parto y la crianza

Todo esto a través de las siguientes actividades:

• Gimnasia pre-parto.
• Controles semanales del peso y alimentación de la madre.
• Curso de preparación para el parto y la crianza en compañía de la pareja o acompañante de la madre.
• Talleres para padres.
• Asistencia psicológica durante el embarazo y el post parto.

29 de junio de 2011

¿Cómo ayuda el ejercicio físico durante el embarazo?



Ya que el ejercicio físico promueve la tonificación muscular, fuerza, resistencia y flexibilidad, te ayudará a cargar mejor con el peso que ganarás durante el embarazo, te dará resistencia durante el trabajo de parto y ayudará a que puedas recuperarte mucho más rápido y por lo tanto sentirte mejor para poder disfrutar de ese momento tan especial con tu bebé.

El ejercicio físico también ayuda al bienestar psíquico-emocional de la madre incrementando la autoestima y disminuyendo las posibilidades de depresión y ansiedad excesiva.

En estos encuentros la madre tiene también la posibilidad de compartir su experiencia con otras madres, generar un espacio exclusivo para pensar y sentir a su bebé fuera de la rutina diaria. Este involucramiento proporciona estimulo y bienestar al bebé y ayuda al inicio del vínculo mamá-bebé.